Nils Bergman y Jill Bergman llevan casi tres décadas investigando las consecuencias de la separación precoz de madre y bebé.
Por Diana Oliver
El contacto piel con piel debe comenzar desde el nacimiento para todos los bebés, y es especialmente importante para los prematuros por ser una necesidad biológica básica para su supervivencia. Así lo confirman diferentes estudios a lo largo de los últimos años, como los dirigidos por Nils Bergman, pediatra neonatólogo y autor de las principales investigaciones en neurociencia perinatal. Bergman lleva casi tres décadas estudiando junto a la educadora Jill Bergman las consecuencias de las intervenciones durante el parto y la separación precoz de madre y bebé, tanto a nivel fisiológico como neurológico. “Quizás lo más peligroso sea asumir que no hay riesgo ante una intervención. Es cierto que a veces las intervenciones son absolutamente necesarias, pero, aun así, es vital saber qué efectos negativos tienen nuestras intervenciones necesarias para poder mitigar o disminuir la adversidad que sigue”, afirmaba en una entrevista.
Según Nils Bergman, la principal consecuencia de separar a las madres y sus bebés tras el nacimiento es, en primera instancia, un empobrecimiento de la regulación y de la protección del cuerpo y el cerebro del bebé (es decir, afectación física, neurológica y emocional), y esto lleva a una conexión emocional pobre y a una vulnerabilidad aumentada frente al estrés para toda la vida. “Solíamos pensar que el cerebro del recién nacido estaba “apagado”, y comenzaría su desarrollo después de algunas semanas de vida. En realidad, el cerebro está lleno de potencial para desarrollarse desde el momento del nacimiento y es el cuidado madre canguro el que hace posible este mejor desarrollo. Por esto insistimos en que el contacto piel con piel debe comenzar desde el nacimiento”, señala el neonatólogo.
Nils y Jill Bergman reconocen que lo que más les ha sorprendido a lo largo de estos años estudiando a madres y bebés es que los resultados de sus investigaciones les resultan completamente obvios a las madres, y a la mayoría de las personas, pero no así a los profesionales de la medicina, que siguen actuando, dicen, igual que hace 100 años, ignorando los resultados pobres que se dan en madres y bebés. ¿Esto les preocupa? “Lo que más me preocupa es que pese a lo sencillo que son de llevar a cabo, los cambios son muy lentos. Hay algo de mejoría, pero extremadamente lenta”, responde Nils Bergman.
Jill añade que llevan muchos años trabajando intensamente para que se ponga el foco de atención en el daño que causa la separación precoz de madre y bebé, así como normalizando la unidad de la diada (madre y bebé son una sola cosa en los primeros días, semanas, meses de vida). «Nos sentimos optimistas pero dentro de un realismo… El cambio ha comenzado, pero mientras va tomando impulso da tristeza que tantas madres y bebés experimenten tanto daño y sufrimiento», concluye Jill Bergman.
Los próximos 8 y 9 de junio estarán en Madrid, junto a la psiquiatra Ibone Olza y a Carmela Baeza, para participar en el Seminario Neurociencia y Epigenética del Nacimiento y en el curso “Kangaroula”: Cuidados a los bebés prematuros en la neurociencia perinatal.
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